Teorema de Thomas

"Si alguien da crédito a algo que no es cierto, las consecuencias son las mismas que si lo fuera"

lunes, 13 de marzo de 2017

Nuevo testimonio

No sé cómo empezar ni cómo saldrá esta carta, por que no soy muy buena escritora, pero le pondré ganas y corazón:
"El día ocho de marzo de 1.996 fui por primera vez en mi vida a un psicólogo pues llevaba unos meses o mejor dicho un par de años que no era la misma de siempre. Me encontraba muy mal, perdida, sin ilusiones, sin ganas de salir, de vivir, de luchar… Sólo hacía que llorar y llorar, cada vez me estaba hundiendo más y más. Tenía oculto un problema desde hacía veinte años que me había estado martirizando toda mi vida y ya no podía callarlo por más tiempo.
En mi casa trabajaba para mi padre un hombre, el cual llevaba muchos años con nosotros, allí comía, dormía,... Le tratábamos como uno más de la familia. Al mediodía, cuando todos en casa dormían la siesta, yo me quedaba jugando con mis muñecas y él aprovechaba para abusar de mí: Me tocaba, me hacía tocarle, me amenazaba para que no lo contase. En fin, un infierno del que yo no sabía salir pues sólo tenía cinco o seis años. Fue pasando el tiempo y yo crecí con este secreto, jamás se lo conté a nadie y cada vez se fue haciendo mayor este peso y este odio que sentía hacia él.
Hace un año y algo más, decidí contárselo a mi marido (que era entonces mi novio) y a mi hermana para que me ayudasen. A raíz de ahí me puse en manos de un psicólogo, ya que estaba depresiva y era incapaz de salir sola. Sólo hacía que llorar, me miraba al espejo y me veía horrible, demacrada, con ojeras, pálida, no me gustaba nada mi aspecto. Estuve a punto de perder a mi novio pues creía que yo no servía para nada, que no le iba a poder hacer "feliz", que sería mejor dejarle y que hiciera su vida sin mi. En resumen, tenía un bajo y mal concepto de mí.
Cuando empecé a ir al psicólogo todo cambió. No fue fácil, pero lo conseguí. Iba muerta de miedo, pues como dije al principio, era la primera vez que le visitaba y no sabía de qué iba esto. Ahora estoy contenta de haber ido porque he aprendido muchas cosas positivas que me han hecho salir de la depresión en que estaba:
En primer lugar aprendí a relajarme con una serie de ejercicios que hago siempre que los necesito: en la calle, cuando voy conduciendo, cuando me encuentro con "este hombre", en casa,... No veas lo bien y relajada que me encuentro luego.
También me enseñaron que se pueden tener varios tipos de pensamientos: Aprendí a reconocerlos, analizarlos, diferenciarlos, a ver su intensidad y sobretodo a no temerles, por que para eso me enseñaron a llevarlos a otros extremos y así buscarle las respuestas realistas.
Cuando hacía todos estos ejercicios "puntuaba" el grado de credibilidad entre el primer pensamientos y el segundo (la respuesta realista) y así me daba cuenta de que a veces se puede estar equivocado en lo que creemos, cuando los sometes a análisis y a la balanza. Todo es cuestión de la mente.
Aprendí una cosa muy importante: a autovalorarme, autoestimarme y a quererme un poco más, a pensar que puedo hacer y enfrentarme a las cosas como cualquier otra persona.
Ahora cuando veo a este "hombre" por la calle ya no me produce tanta ansiedad como antes, por que voy preparándome para la situación. Me la voy imaginando, me voy relajando y llevo mis respuestas realistas preparadas, por lo que llevo más seguridad y confianza en mí.
Ha pasado un año y algo más desde mi primera visita, y ahora me encuentro bien, contenta, relajada, con ganas de vivir, con ilusiones por salir, por tener hijos, por salir adelante... Me casé hace tres meses y ahora por las tardes me gusta arreglarme y pintarme para cuando llegue mi marido. y ¿Sabes qué? A veces me miro al espejo y me digo ¡Qué guapa estás hoy! Ahora que estoy en casa tengo que decir que es difícil salir de una depresión, pero no imposible.
También quiero dar las gracias a mi hermana, por su apoyo y por estar tan cerca de mí. A mi marido, por su perseverancia, su constancia y su amor. A Don Pedro (mi psicólogo), por paciencia y su profesionalidad. Pero, sobre todo, a mí, por mis ganas de luchar y de salir de esto que he tenido siempre.
¡Ojala! algún día esta carta la pueda leer alguien que esté pasando por lo mismo que pasé yo y que mi humilde experiencia le sirva como ayuda para ver que se puede salir adelante, que se diga a sí mismo una frase que leí en un libro y que cada día me la digo yo, era algo parecido a esto:
!'No llores porque no puedes ver el sol,
            las lágrimas no te dejarán ver las estrellas"".


miércoles, 8 de febrero de 2017

Nuevo Testimonio

Soy una mujer de 29 años, casada y con dos hijos. Esta es mi historia:
"Llevo 5 años con esta enfermedad llamada depresión. Nadie, excepto el que la tiene puede comprender el cómo una persona se puede ir destruyendo y apagando poco a poco.
Todo comenzó hace 5 años, como dije antes. Los primeros síntomas fueron cansancio, mareos, fatigas, temblores y taquicardia, y mucha tristeza. Iba al médico y me decía que me tranquilizara, que sólo era un poquito de depresión, y me pusieron un tratamiento, pero yo cada día estaba más apagada. Los tratamientos que me mandaban sólo me dejaban todo el día adormecida.
Me llevé todo un año entero resignada a que tenia que estar así. Me levantaba de la cama al sofá, vomitando y sin poder con mi alma. Perdí todas las ilusiones. No tenía ganas de nada, todo me costaba un mundo. Le cogí miedo a casi todo: a bañarme, a salir de casa, a estar donde había mucha gente, a estar sola. Incluso llegué a pensar que los médicos se equivocaban, que lo que yo tenía no podía ser depresión, que era algo más serio y que en ese año me moría. Tenía asumido que me iba a morir y me resigné a ese pensamiento.
Llegué a comprarle a los niños ropa para el año siguiente, para que cuando yo no estuviese tuviesen ropa para ponerse y me llevaba casi todo el día mirando las fotos de mis hijos y llorando pensando en que se iban a quedar sin su madre.
Esto es muy fácil decirlo ahora, pero yo en esos momentos tenía metido eso en la cabeza y estaba deshecha.
Cada dos por tres estaba en el médico con dolor en el pecho, histérica perdida y los médicos sólo se resignaban a mandarme un montón de pastillas, que a mí sólo me ponían peor porque yo sólo necesitaba un poquito de ayuda y no una caja de pastillas que me tenían todo el día y la noche drogada.
Con el paso de los días, los meses e incluso los años, me resigné a vivir así, sin ilusión, sin ganas de nada, tan triste y tan apagada. Llevando la casa como podía, sin ganas de nada, ni de estar con mi marido, ni con mis hijos, sólo quería estar sola y si estaba sola era peor, porque me ponía más enferma. Con síntomas de enfermedades de todas clases: opresión en el pecho, se me adormecían las manos, me daban mareos, y no sólo eso, sino ese vació tan grande que yo tenía por dentro y esas poquitas ganas de vivir. Sólo tenía ganas de que pasaran los días para ver si con el tiempo mejoraba y los días eran distintos y me podía sentir mejor. Pero todos los días eran igual de negros para mí. Ya podría ser Feria, Semana Santa, o cualquier otro día, yo no era feliz en ningún lado, ni en ningún sitio, nada me llamaba la atención, ni mi marido, ni mis hijos, perdí el interés por todo el mundo.
Todo me daba igual y sólo quería que me entrara alguna enfermedad para que me llevaran al hospital y allí me encontraran algo para poder achacar mi estado de ánimo y mis síntomas de enfermedades.
También me fui volviendo una persona solitaria, fui apartándome un poco de mis amistades, mi mundo era mi casa y mis hijos, la casa de mi suegra y la de mi madre, y fuera de ese círculo todo me daba miedo. Si salía de papeleos al banco me ponía mala, si charlaba con una vecina y me llevaba un rato me daban mareos y me entraban ganas de salir corriendo y meterme en mi casa.
No estaba a gusto en ningún sitio, ni siquiera en mi casa. Yo no podía estar sentada como una persona normal viendo la televisión por que me ponía enferma, me entraba de todo, opresión en el pecho, me ponía ansiosa, en fin una calamidad.
Hasta que llegué al límite, ya no tenía interés de levantarme por las mañanas. Me sentía inútil, desgraciada, sin fuerzas, hundida. Llegué a pensar incluso en el suicidio, por que yo ya no veía motivos para estar en este mundo, ni siquiera mis hijos me llenaban, pensaba que ya no les hacía falta.
             Yo creo que una persona con una depresión larga acaba un poco hecha polvo mentalmente y todo lo ve negro.
En estos años nuestro matrimonio fue de mal en peor, muchas peleas, muchos días sin dirigirnos la palabra. Tenía miedo a hablar con mi marido por que creía que lo que me iba a decir yo ya lo sabía, así que no se lo preguntaba y nuestra comunicación fue de mal en peor. Yo me preguntaba y yo me contestaba.
En fin, unos años muy amargados para mí y para los que me rodeaban, por que yo no estaba en condiciones para nada. Me llevaba temporadas mejor y temporadas peor, pero nunca bien como yo era antes, y ni yo misma sabía explicarle a mi marido lo que me pasaba, lo que sentía, el por qué de no tener ilusión, esperanza, y el no ser una madre paciente, una madre que sale con sus hijos a pasear. Todo eso me daba vueltas en la cabeza y me sentía culpable. Culpable de no ser una buena esposa: Yo tendría que ser más cariñosa, más comprensiva, pero sólo pensaba en que no me encontraba bien y me encerraba en mi casa.
Porque todo me afectaba. Lo más mínimo que me dijeran o hicieran me hacía muchísimo daño y me calentaba la cabeza con tonterías.
En fin, gracias a Dios y a haber superado un poco mi depresión y mis errores y gracias a la ayuda psicológica que tengo puedo decir que he vuelto a recuperar mi personalidad y mi ilusión. Hoy puedo valorarme como persona y me acepto tal como soy y soy capaz de decidir por mi misma, sin miedo a poder equivocarme. También puedo decir que soy feliz por que tengo ilusiones. Algo que antes había perdido. También puedo decir que soy una persona más comprensible, más comunicativa con mi marido, hijos y todos los que me rodean.
Estoy trabajando y llevando mi casa a la vez y nuestro matrimonio funciona mucho mejor que antes, nos comunicamos más y tratamos de resolver los problemas juntos. Ya no me afectan las tonterías que me afectaban tanto antes, y estoy contenta por que hace mucho tiempo que no sentía esta sensación de levantarme por la mañana y ver el nuevo día que comienza y levantarme con ilusión y esperanza. Aunque todos los días no sean de color de rosa, tengo días buenos y días malos, como todo el mundo, pero no como antes a cual peor.

En fin, espero seguir así por mucho tiempo y si volviese a recaer ahora sé que se puede superar poniendo de mi parte y con un poco de ayuda".

sábado, 28 de enero de 2017

Secciones

Intrusismo:
Marco legal: Art. 403 C. P.:

  1. El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente, incurrirá en la pena de multa de doce a veinticuatro meses.
  2. Se impondrá una pena de de seis meses a dos años si concurriese alguna de las siguientes circunstancias:
  a) Si el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional amparada por el título referido.
b) Si el culpable ejerciere los actos a los que se refiere el apartado anterior en un local o establecimiento abierto al público en el que se anunciare la prestación de servicios propios de aquella profesión. 
Ley 2/1974, de Colegios Profesionales, sobre obligación de colegiación:
  Art. 3, apartado 2:
  Será requisito indispensable para el ejercicio de las profesiones hallarse incorporado al colegio profesional correspondiente cuando así lo establezca una ley estatal. 

Actividades

El próximo día 4 de abril tenemos reunión de la sección de Psicología Jurídica, en la sede del COP-AO. Plaza Coca de la Piñera.

Testimonios

Aquí comenzamos con los testimonios:

"Voy a contar mi propia historia, aunque no me gusta escribir sobre mi misma, pero si con ello puedo ayudar en algo a alguien, habrá merecido la pena el esfuerzo.
            Decidí acudir al psicólogo porque aunque ya antes me habían dicho que sería recomendable, la verdad es que siempre piensas, o por lo menos yo pensaba que era fuerte y que yo sola podía salir de esto, pero lo cierto es que cada vez estaba peor.
            Todo empezó porque me operaron de un oído y la operación fue un fracaso. Como secuela me quedaron ruidos (acúfenos) en los dos oídos. Al principio, pensaba que era algo transitorio, pero cuando fueron pasando los meses y veía que no desaparecían con ningún tratamiento me desesperaba. No dormía bien por que no me dejaban los ruidos y ello hacía que cada día estuviera peor. No me veía capaz de asumir que esto ocurriría conmigo para siempre. Todo esto unido a otras circunstancias personales muy poco favorables, hizo que cayera en una depresión de la que no veía salida. Anteriormente había sufrido un aborto muy complicado, por lo que busqué como salida, para olvidarme un poco, el trabajo. El ambiente laboral tampoco es idóneo.
            Un día me vi tan mal que decidí acudir a que me ayudara.
            Llegue a la consulta en un estado lamentable, triste, con ganas de llorar a todas horas, con graves crisis de ansiedad y con pensamientos lamentables que se me pasaban por la cabeza. Esto último fue lo más decisivo para yo animarme a ir al psicólogo.
            Los primeros días los pasaba mal porque solo tenía ganas de llorar y de desahogarme.  Lo llevaba peor. Yo creo que estaba tan metida en mi misma, que aunque atendía y escuchaba todo lo que me decía, era como si no llegara a lo más profundo. Tampoco ayuda mucho el que yo sea una persona muy tímida e introvertida a la cual nunca le ha gustado hablar ni escribir sobre mis propios sentimientos y me ha costado un gran esfuerzo.
Pero conforme fui estudiando y aplicando lo que me decía el psicólogo, comprendí muchas de las cosas que me ocurrían y buscaba las soluciones o respuestas realistas a lo que me sucedía.
También me ayudó mucho aprender a relajarme, porque me daban crisis de ansiedad que ahora procuro aliviar con la relajación.
            También aprendí a ser un poco más asertiva y a que no me influyera tanto la opinión de los demás. Especialmente en el trabajo, estoy en proceso de aprendizaje. Las personas tienen derecho a ser unas impresentables, pero esto no me puede afectar a mí.
Poco a poco me he ido liberando y he sacado de mí cosas que producen dolor aún hoy.
Aprendí que tengo derecho a estar y sentirme mal con lo de mi oído, por que es algo verdaderamente molesto, pero es algo con lo que procuro convivir y aceptarlo e integrarlo en mi vida para que no me repercuta negativamente.
            Me encuentro mejor, no estoy bien del todo, pero me noto más tranquila.
            Agradezco enormemente la ayuda que me han prestado y he aprendido que es bueno acudir a los profesionales cuando tenemos un problema y no sabemos solucionarlo".


domingo, 22 de febrero de 2015

Testimonios

Introducción

            En este volumen se han reunido una serie de testimonios de pacientes que se han enfrentado a situaciones difíciles en sus vidas.
     Todos los testimonios que aquí se reflejan son reales y los/as pacientes han dado su consentimiento verbal para utilizarlos para que puedan servir a otras personas.
           Se transcribe casi literalmente lo reflejado por los pacientes, sólo se han omitido algunos datos que podrían llevar a la identificación de los mismos (escrito en cursiva).
            La instrucción que se dio a los pacientes fue “cuente su historia desde que acudió por primera vez a la consulta hasta hoy, como para que puedan leerla otras personas”.
            Estos testimonios, además de otros que aquí no se reflejan, se han obtenido a lo largo de años de práctica clínica en la consulta.
            El objetivo de reunir estos testimonios en un volumen es, básicamente, terapéutico y va dirigido a aquellas personas que piensan que lo que les pasa a ellas, sólo les pasa a ellas, incluso a aquellas que piensan que “lo suyo no tiene solución”.
            La realidad es que no. Existen muchas personas que han pasado y hoy están pasando por lo mismo que ellas.
Todos los testimonios son de pacientes tratados a lo largo de los años. Podríamos haber reflejado nombres y apellidos ficticios, pero hemos preferido reflejar tal cual su testimonio. Por otra parte, ¿Qué más da que se trate de Juan, Pedro o Andrés, que de María, Antonia o Margarita? Son personas reales.

            Agradecemos a estas personas, con nombres y apellidos, su colaboración para que estas páginas vean la luz.

Breve Información personal


PEDRO DIAZ PIÑA, Psicólogo colegiado en el Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental con el nº A.O.- 1.006.

Licenciado por la Universidad de Granada en 1.984.

Gabinete con NICA (Nº de Identificación de la Comunidad Autónoma): 25455

Registrado en SICESS (Registro de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios).

Ejercicio de la profesión, en el ámbito de la Psicología Clínica  y Jurídica desde 1986.
  • Psicología Clínica (orientación cognitivo-conductual, depresión, ansiedad, estrés, terapia de pareja y familia, trastornos alimentarios).
  • Psicología Jurídica (informes psicológicos, peritaciones judiciales, mediación familiar).

Miembro del elenco de peritos del Tribunal Eclesiástico del Obispado de Jaén.

Miembro Acreditado del Grupo de Trabajo de Psicología Jurídica del C.O.P.-A.O.

Miembro del Turno de Peritaciones del COP.-AO, delegación Jaén. 

Coordinador de la Sección de Psicología Jurídica del C.O.P.-A.O. (Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental)